¡Hola alforjeros! Hoy vengo con otra pieza del gran puzle de la historia del cicloturismo. Un nombre que todavía no habíamos mencionado en el blog y que podemos considerarlo como uno de los padres de este deporte. De hecho, fue precisamente el que acuñó el término «cicloturismo«. Su nombre era Paul de Vivie, aunque la historia lo conocería como Vélocio.
La mayor contribución de Vélocio al ciclismo fue la introducción las marchas en las bicicletas. Hasta entonces las bicicletas tenían una sola velocidad y si hoy puedes cambiar platos y piñones es gracias a este hombre.
Velocio introdujo el primer desviador de la historia del ciclismo en 1906, aunque como en el caso de Kirkpatrick Macmillan con su bicicleta, no llegó a patentar el invento que revolucionaría más tarde el mundo de la bicicleta.
Al principio, los ciclistas tradicionales no apreciaron su innovación. Incluso el organizador del Tour de Francia, Henri Desgrange, declaró que era una ayuda que sólo necesitaban “los inválidos y las mujeres”.
Vélocio promovió una fuerte campaña para apoyar su invento y todas las mañanas montaba en su bicicleta con marchas y subía al Col de la République, sólo para darse el gusto de adelantar a los otros ciclistas que iban sin marchas.
Esta rivalidad entre los «pro-marchas» y los ciclistas tradicionales llegó hasta tal punto que, en 1902, el Touring Club de Francia organizó una carrera de 200 km entre el ciclista profesional Edouard Fischer y la ciclista Marthe Hesse, que montaba una Gauloise con tres velocidades.
Ella ganaría la carrera sin poner un pie en el suelo. Sin embargo, Desgrange declararía:
“Aplaudo esta prueba pero, aún así, sigo pensado que los cambios son solo para personas mayores de 45. ¿No es mejor ganar por la pura fuerza de los músculos que por el artificio de un desviador? ¡Vamos amigos! Nos estamos volviendo blandos… Digamos que la prueba fue una buena demostración… para nuestro abuelos! Pero a mí… dadme un piñón fijo.”
Aparte de que su desviador permitiera el desarrollo de los cambios modernos, tal como los conocemos hoy, Vélocio fue un auténtico conocedor de la bicicleta y como legado nos dejó los 7 mandamientos de cicloturista que se muestran a continuación y que siguen totalmente vigentes hoy:
Los 7 mandamientos del cicloturista
Haz pocas paradas y cortas.
Esto evitara enfriarse, lo cual en la bicicleta siempre es peligroso, ya que es cuando aparecen las lesiones y una vez frío cuesta mucho más arrancar de nuevo.
Los descansos en la bicicleta se hacen montados en ella, aprovechando las bajadas o simplemente bajando el ritmo.
Come antes de tener hambre y bebe antes de tener sed.
En viajes largos o etapas de varias horas es importantísimo comer y beber pequeñas cantidades y a menudo. De otro modo corremos el riesgo de sufrir pájaras, mareos y desfallecimiento muscular.
No llegar nunca a un estado de cansancio tan grande que te quite el sueño o el hambre.
¿Alguna vez has estado tan cansado que no eres capaz de dormirte? Vélocio nos sugiere que seamos muy conservadores en la dosificación de fuerzas y nunca lleguemos a desfondarnos del todo.
Abrígate antes de tener frío y desabrígate antes de tener calor.
Después de subir un puerto de montaña es siempre recomendable abrigarse antes de empezar a bajar. El sudor se evapora rápido y en cuanto cojamos velocidad nos enfriaremos en cuestión de segundos.
Elimina de la dieta (al menos durante la ruta) el vino, la carne y el tabaco.
Aquí no podemos decir nada y menos después de llevar una bota de vino a casi todas nuestras rutas. Pero vosotros no bebáis, al menos mientras subís los puertos 🙂 .
Pedalea a tu ritmo, sobre todo durante la primera hora.
Empieza como un viejo y termina como un joven. Si aprendes esto llevarás mucho ganado como cicloturista.
Nunca hagas alarde de fuerzas.
Una de las mayores virtudes que puede tener un ciclista es la humildad. Sobre todo en un deporte donde una persona aparentemente poco en forma puede sorprender subiendo puertos como Eddie Merkx, el Caníbal. No presumas o acabarás pagándolo.
“La bicicleta no es sólo una herramienta de transporte, sino también un medio de emancipación, un arma de liberación. Libera al cuerpo y al espíritu de las preocupaciones, las enfermedades de la vida moderna, como la ostentación y los convencionalismos. Hipocresía donde la apariencia es todo, donde parecemos, aunque no seamos nada” – Vélocio
No puedo cerrar este post sin dejar de mostrar mi admiración por Vélocio y por su particular visión del cicloturismo, con la que me siento tan identificado.
La fama que alcanzó en vida no se debió tanto a sus hazañas en la bicicleta, como a lo que él pensaba que esos logros podían hacer por formar el carácter de un hombre.
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Vélocio era un humanista. Entendía la bicicleta como una unión de lo físico y lo mental, una filosofía de vida que te acercaba a contactar con el sol, la lluvia y el viento. Para él, la bicicleta era un camino de vida, un camino hacia la libertad.
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Buen día…!
No sabía de estás historias…
Muy bueno…!
Gracias por tu comentario Sergio!
Un saludo